miércoles, 21 de octubre de 2009

ES MI DERECHO. SOY SOCIALISTA

Nadie es demócrata excepto yo. Claro. Soy socialista.
Solamente yo defiendo la libertad, los demás, no. Por supuesto. Soy socialista.
Utilizo con profusión la más indecente demagogia. Es mi derecho. Soy socialista.
No soy progresista, soy progre, que para mi es lo mismo.Lo primero no se lo que es. Es que soy socialista.
La esencia de la democracia no me importa absolutamente nada. Así es. Soy socialista.
El pueblo me importa menos todavía. Natural. Soy socialista.
Uso los poderes del Estado para mi propio interés y de nadie más. Es mi derecho. Soy socialista.
La Fiscalía es mía. Está a mi exclusivo servicio. Es mi derecho. Soy socialista.
Practico el sano ejercicio del trinque. Es mi derecho. Soy socialista.
Aplico la Ley cuando me interesa. Claro, soy socialista.
Me salto la Ley cuando no me interesa. Igual de claro. Es mi derecho. Soy socialista.
Modifico la Ley si es conveniente para mis intereses. Tan claro como lo otro. Es mi derecho. Soy socialista.
He matado a Montesquieu. Es mi derecho. Soy socialista.
He destruido completamente la independencia del Poder Judicial. Es mi derecho. Soy socialista.
Acuso a los demás de los pecados que constantemente cometo. Es mi derecho. Soy socialista.
Me alío con quien sea (hasta con la mismísima ETA si hace falta) para conservar el poder. Es mi derecho. Soy socialista.
Miento más que hablo. Es mi derecho. Soy socialista.
Miento sin parar. Es mi derecho. Soy socialista.
Miento a mogollón. Es mi derecho. Soy socialista.
¿Soy mentiroso? No. Eso lo son los demás y España no merece un gobierno que mienta. Yo soy socialista.
Destruyo la unidad territorial del pais. Es mi derecho. Soy socialista.
Destruyo la unidad lingüística del pais. Es mi derecho. Soy socialista.
Voy a ampliar el PER andaluz a todo el territorio nacional. Es mi derecho. Soy socialista.
Modificaré la Ley para que los inmigrantes puedan votarme en elecciones generales. Es mi derecho. Soy socialista.
Estoy creando un Estado policial de escuchas telefónicas sin libertad ni democracia. Es mi derecho. Soy socialista.
Puedo hacer lo que me de la real gana. Es mi derecho. Soy socialista.

Tengo derecho a todo. Soy socialista








Soy demócrata sin que me vaya la vida en ello. Claro. Soy de derechas.
Defiendo la libertad en mis discursos, y ya es bastante. Es mi opción. Soy de derechas.
He contribuido al entierro de Montesquieu. ¿Y por qué no? Es mi opción. Soy de derechas.
Nunca lo he querido desenterrar. Ahora tampoco. Es mi opción. Soy de derechas.
A veces, también trinco. Menos que otros, pero trinco. Es mi oportunidad. Soy de derechas.
El pueblo tampoco ocupa un lugar preferente en mi pensamiento. Es mi opción. Soy de derechas.
Defiendo fervorosamente el bipartidismo, aunque contribuya a destruir la democracia. Es mi opción. Soy de derechas.
No lucho ferozmente contra los nacionalismos radicales. Es mi opción. Soy de derechas.
No me opongo frontalmente a los excesos del Gobierno. Es mi opción. Soy de derechas.
No me opongo a casi nada. Es mi opción. Soy de derechas.
Tengo complejo de derechas. Natural. Soy de derechas.








Si se tiene libertad, no se nota. Si no se tiene, se acaba la vida. Es lo que siento. Soy de UPyD.
La democracia no es crear una dictadura parlamentaria. Es mi sentimiento. Soy de UPyD.
Democracia es una labor común, de todos, para elevar el nivel social, ético, moral y económico de los españoles, en justicia y libertad. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Progreso no significa ganar más dinero cada dia. Es algo mucho más serio. Ya lo se. Soy de UPyD.
Progreso es alcanzar cotas cada vez mayores de bienestar económico, de bienestar social. Pero también, y más importante, modificar mi yo para elevar mi calidad humana, mis valores, y así conseguir un pleno disfrute de prosperidad, justicia social, solidaridad, paz y, sobre todo, libertad. Dia tras dia. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a derechos diferentes entre los españoles. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a la partición de España. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a la destrucción de la independencia del Poder Judicial. Es mi sentimiento. Soy de UPyD.
Me opongo a la prohibición de hablar español. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo al trinque, tal y como suena. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a la injusticia. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a la mentira. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a la maledicencia. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Me opongo a la demagogia. Es lo que siento. Soy de UPyD.
Defiendo la vida en paz, libertad y democracia. Así soy. De UPyD.


Octubre 2009
Diógenes

viernes, 16 de octubre de 2009

NOSOTROS UPyD Lo que defendemos (Seguridad ciudadana, seguridad personal). (2)

La política surgió como consecuencia de la necesidad de regular las relaciones entre seres humanos cuando estos se unieron para defenderse de las duras condiciones del medio en que comenzó nuestra presencia en el mundo .En principio sirvió para conseguir una mera supervivencia, pero más adelante, una vez superada esa fase prehistórica, ha sido utilizada en la búsqueda incesante del bien más preciado para el hombre, la felicidad la cual, como situación perdurable, es un concepto subjetivo, pero que de alguna forma puede asociarse con otros como son paz, confianza, tranquilidad y seguridad. Bienestar social al fin y al cabo. Durante siglos así ha sido, y cada logro alcanzado por un colectivo en lo referente a sus derechos, ha supuesto una mayor cota teórica de felicidad, culminando en el sistema que llamamos democracia, que es la única forma de relación política que garantiza un régimen de libertades, seguridad personal y seguridad jurídica, sin las que no existe libertad alguna. Como veis, esto es muy teórico. Seguid leyendo y ya veremos en qué queda esto.
Seguridad personal y seguridad jurídica. Hablemos de la primera y dejemos la justicia para otro dia.
Los españoles no nos sentimos seguros. Tenemos miedo. Yo, desde luego. Vivimos con miedo. Miedo a la delincuencia, miedo a la violencia que ella genera. ¿Quién al volver del cine por la noche no trata de abrir la puerta del portal a toda velocidad, mirando de soslayo hacia atrás? ¿Paseáis tranquilamente por la noche aunque no estéis completamente solos? Probablemente no, porque sabemos el riesgo que corremos. Son demasiadas muertes, demasiados atracos en la calle, en las viviendas, demasiadas violaciones. Es demasiada violencia. Pues el miedo coarta la libertad, con miedo no hay libertad, y sin libertad no hay democracia. Así de sencillo. ¿Y lo admitimos tal cual? Pues si, porque no sabemos lo que es la libertad. Lo intuimos pero nada más, porque nos han acostumbrado a entender la democracia de una forma equivocada. Nos han enseñado a admitir situaciones que de no hacerlo podrían ser vistas como poco democráticas. Basta recordar cuántas veces se habla de “políticamente correcto”, que no es otra cosa que la aplicación torticera de la esencia de la democracia. “Políticamente correcto” es igual que “humanamente incorrecto” y aun así, no nos parece mal, porque es una enseñanza que llevamos arraigada durante décadas. Pues habrá que ir pensando en abandonar esta costumbre, habrá que ir pensando en mejorar nuestra sensibilidad democrática. En relación, entonces, con la seguridad, habrá que modificar algunos planteamientos inicialmente democráticos, algunas actitudes presuntamente democráticas, con valentía y sin complejos.
La sociedad existe porque hay normas que regulan su funcionamiento, y quienes no las cumplen, no pueden gozar de los beneficios que esta proporciona. Y esta es una idea que debería manejarse con absoluta normalidad, como medio de proteger el bienestar adquirido. Con esto, queridos míos, lo único que quiero decir es que a los delincuentes hay que tratarlos como lo que son, escoria que hay que apartar de la sociedad. Con algunos derechos (pocos), desde luego, pero no con los mismos que los de los ciudadanos respetuosos con la ley. Y por supuesto, no con más como ocurre aquí y comprobamos todos los días. Hablad con cualquier policía y a lo mejor acabáis con más miedo del que antes comentaba.
Cuando en un proceso de convivencia se experimenta una situación específica, se obtienen conclusiones pertinentes. Sin embargo, esta civilizada sociedad lleva más de treinta años aplicando un principio fundamental en nuestro ordenamiento jurídico, y es que este gira en torno al objetivo de rehabilitación del delincuente. A pesar del largo período transcurrido, no se conocen casos de rehabilitación de condenados que no hayan sido por intereses específicos. No por arrepentimiento. ¿Y El Lute qué? Pues tampoco. El Lute fue un caso que aprovechó la dictadura para enseñar a los españoles lo estupendo del sistema penitenciario de la época. Le tocó al Lute lo mismo que le podía haber tocado a otro. Entró en la cárcel sin saber leer ni escribir y a los cinco años ya era Licenciado en Derecho. Una burla a los abogados de la época. Todo el mundo alabó la situación. Normal en una dictadura. Y sería normal bajo este gobierno, porque somos tan imbéciles como entonces. Y sin embargo, no se ha publicado conclusión alguna que exprese lo erróneo del pensamiento rehabilitador. De alguna forma, el objetivo de rehabilitación de este colectivo resulta contraproducente. No nos damos cuenta de que esta situación es una de las causas, y no la menor, que provoca el estallido de delincuencia que asola este pais. La proliferación de delitos puede buscarse en este principio básico del Derecho Penal. Relajación, laxitud, benevolencia, blandura, mierda.
Es hora de modificarlo de forma sustancial. Debe ser el delincuente quien tenga miedo a la Ley, y no nosotros. Hay que trasladar el miedo de la sociedad a quienes se apartan de ella. Nadie deja de cometer delitos por convencimiento. Y la sociedad debe asumir esa idea como tal, sin sentimiento de que ello es antidemocrático, que no lo es, que no se trata más que de preservar la convivencia ciudadana, nuestra vida en paz y tranquilidad, desde luego muy importante para nosotros. ¿O no? Tampoco pedimos tanto.
¿Y qué sacamos de todo esto? ¿Conclusiones? Claro. Lo primero que hay que hacer es tirar el Código Penal a la basura sin guardar ni una sola página, y volver a redactarlo entero, íntegro, sin concesiones a extrañas comprensiones hacia maleantes de todo tipo, sin reducciones de pena, sin tratos de favor. Todo el mundo debe ser susceptible de ir a la cárcel y los primeros, los jueces que incumplan la ley.
Basta de calles y barrios y zonas y horas peligrosas. Basta de policías que compadrean con criminales. Basta de policías que avisan a ETA de que viene la policía. Basta de risas jactanciosas de los maleantes cuando los detienen y presentan ante el juez. ¿Por qué será?
A veces Madrid me recuerda la ciudad de Gotam en las películas de Batman. Sojuzgada por los malos, al final es liberada por el héroe. ¿Exagero? Quizá, pero no tanto. El problema es que aquí no hay héroes ni cosa que se le parezca. O sea, que tendremos que resolverlo nosotros. Pues venga.


Octubre 2009
Diógenes